Aquí estoy, enfrascada en temas como el arte contemporáneo y la libertad. Porque sobre el mundo que se hunde, por ejemplo, no tengo nada nuevo que contar.
El mundo se está yendo, si no se ha ido ya, a pique. Está en pleno proceso de desintegración minuciosa, que parece lenta y a la vez rápida. Lo saben Piniowsky, Vila-Matas, yo y mucha más gente. Y estoy cansada de lanzar y escuchar las mismas opiniones de siempre sobre un tema tan poco interesante.
Aunque, claro, mirándolo así esto también es una opinión. "Tan poco interesante". Así que ese afán de opinar sobre todo, esa vieja costumbre que no me ha llevado muy lejos, o según como se mire, me ha llevado tan lejos que ya nadie siquiera me oye, sigue conmigo. Bueno, lo podría nombrar de otra manera para sentirme mejor. Un acto de reflexión, por ejemplo.
Como el ensayo "Creando libertad" de Raoul Martínez que leo ahora y que me tiene todavía con una ceja levantada por las serias dudas sobre si me aportará algo nuevo o no. Por ahora solo me está confirmando lo que ya sabía. Por ejemplo, la frase que subrayé hoy, aunque al parecer es un sacrilegio, eso sí, necesario, dice: "El mundo deja huella en nosotros antes de que nosotros tengamos oportunidad de dejar huella en él". Solo siendo conscientes de esto podemos mirar más allá y ampliar, si queremos, nuestra libertad. Cuestionando todas nuestras creencias y valores, así como también las fuerzas e intereses que los han originado.
Por lo tanto, todo lo que opinamos del mundo viene ya condicionado por él, ya existe. De esto habló Foucault aquí y no lo entendí mucho la primera vez.
Sí, la libertad exige un trabajo intelectual arduo y aun así nos equivocaremos. Lo que acabo de escribir es un macguffin.
La equivocación está sobrevalorada y lo aprendí con Enrique Vila-Matas. Y fue su "Kassel no invita a la lógica" el que me hizo reconocer que ya no tengo nada nuevo que decir sobre el mundo. Su viaje novelado a Documenta, una de las exposiciones de arte contemporáneo más importantes del mundo, me está divirtiendo de lo lindo. De hecho me hace reír mucho. No a carcajadas, es verdad, pero sí por dentro como a una intelectual más.
La frase de la novela para alegrar la fiesta que estoy teniendo hoy en este post dice: "...me acordé de un dicho popular que dice que en el origen de los tiempos hubo un malentendido y éste será nuestra perdición". El mundo mismo se sustentaba en un malentendido inicial así que todo lo que hemos opinado, opinemos u opinaremos sobre él será irremediablemente un error. Porque a fin de cuentas, quien nos dice que hay algo, cuando podría no haber nada.