25 Jan
25Jan

En un mundo perfecto yo no tendría sed de reconocimiento porque es todo lo contrario a ser espiritual. Lo sé. Pero no estamos en un mundo perfecto y mi sed de reconocimiento sigue casi intacto. Y esto es preocupante.

Algo que podría entender si no hubiera hecho una formación en Terapia Gestalt de casi dos mil euros. Pero lo hice y no me lo arregló. Es más, ahora mi necesidad de reconocimiento está constantemente sobre la mesa. Sobre mi mesa y esto es muy molesto. Está en todas las conversaciones, tanto en diálogos como en monólogos, sobre mi trabajo, sobre mi arte y al parecer hasta sobre mi utilidad como persona en general.

Ayer la editorial me dijo que iban a sacar la segunda parte de mi libro sobre África en julio, fuera de la temporada de novedades literarias porque, según ellos, "a veces libros publicados fuera de la temporada venden mejor". Primero me enfadé. Bastante. África es el último lugar en el mundo en el que piensa la gente en verano. La gente en general no piensa en verano. Porque a ver, si existen temporadas para sacar libros es por algo: porque la gente los compra más. El verano es época de estar disfrutando al aire libre y no de seguir listas de novedades literarias. De ahí el término "fuera de temporada". Y si alguna editorial decide sacar un libro en verano es por dos razones: o no le importa el libro o no le importa el libro. Punto.

Entonces me di cuenta del lugar oscuro a donde me estaban llevando mis pensamientos y empecé a reír. "¡Ah, he aquí mi ego sufriendo por su sed de reconocimiento!" me dije admirando la sabiduría del universo. Seguro que aquí hay una valiosa lección de vida. Esto que a primera vista puede parecer un desprecio por mi obra, es en realidad un regalo. Aunque no lo veo hoy, me dije toda seria y espiritual, seguro que en el futuro me daré cuenta de por qué era mejor ser publicada fuera de temporada. Y suspiré serena.

Dos minutos más tarde había escrito un correo electrónico a la editorial con toda la ironía del mundo: "Aunque parezca paradójica, y lo digo sin ninguna ironía, seguro que es una buena idea sacarlo en verano cuando la gente no suele prestarles ningún tipo de interés a los nuevos libros, menos a los que hablan de sitios calurosos".

Sé que no me debería importar su indiferencia, pero me importa. Sé también que esto dice más de ellos que de mí y sin embargo, no puedo quitarme de encima la sensación de que esto habla de mí.

Y no, no basta con poner frases de Eckhart Tolle en tu muro de Facebook. Ya lo he probado. De hecho tengo una que dice: "Cuando nos sentimos satisfechos de no ser nadie en particular, contentos con no sobresalir, entramos en consonancia con el poder del universo. Lo que parece debilidad para el ego es en realidad la única fortaleza verdadera. La verdad del espíritu es diametralmente opuesta a los valores de nuestra cultura contemporánea y la forma en que ésta condiciona nuestro comportamiento."

Una frase sabia. Pero aquí estoy: ego en persona y en total disonancia con el poder del universo. Y a las personas espirituales las palabras "ego", "poder" y "universo" juntas en la misma frase nos asustan bastante.

Tampoco parece ayudarme Pier Paolo Pasolini y parafrasear su gran promesa de "haré literatura cada vez más difícil, más árida, más complicada, y quizá incluso más provocadora, para que sea lo menos consumible posible”. La tengo escrita en mi agenda de Danielle LaPorte y aquí estoy, buscando ser lo más consumible posible.

El consumismo fue una de las obsesiones de Pasolini. Al menos eso lo tenemos en común. 

Así que el tema de reconocimiento sigue ahí, en mi mesa, como una mano fría y sudorosa. Nadie se fía de las personas con manos frías y sudorosas. La miro ahora mismo. A la mano, digo. Sé que debería cogerla porque sufro por ella. Sé que debería tratar el tema, tratarlo de nuevo, pero... no quiero.

¿Por qué las cosas no podrían ser más fáciles y me dan el Nobel de Literatura ya y el caso cerrado?

P.D. Por la noche se lo cuento todo indignada a mi pareja. Me mira un rato serio y dice: "Vale, muy bien, pero todavía no hemos hablado de mis manos, que últimamente las tengo muy secas. Tú qué crees, ¿será por la mudanza?"

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